Descanso cerebral en vacaciones depende de la personalidad

upday.com 3 hours ago
Personas recibiendo cuidados relajantes como parte de actividades de apoyo al bienestar mental, el tipo de experiencias que los expertos recomiendan para el descanso cerebral. (Photo by Anatolii STEPANOV / AFP) (Photo by ANATOLII STEPANOV/AFP via Getty Images) Getty Images

El catedrático en Psicología y director del Centro de Investigación Nebrija en Cognición (CINC) de la Universidad Nebrija, Andoni Duñabeitia, ha explicado que la manera en la que el cerebro logra recuperarse durante las vacaciones de verano varía de persona a persona. Esta recuperación está directamente relacionada con su personalidad, hábitos y estilo de vida.

"Descansar el cerebro implica reducir la demanda de las redes atencionales y permitir que el 'modo por defecto' trabaje sin interferencias", afirma el experto. De esa manera, se consolidan recuerdos, algunos sistemas hacen un trabajo de limpieza del cerebro y el eje emocional se reequilibra.

El cerebro no se apaga nunca

A diferencia de lo que muchos creen, el cerebro no se apaga en vacaciones: simplemente cambia de tarea para afinar sus circuitos y prepararse para nuevos retos. "Cada temperamento busca su propio equilibrio entre estímulo y reposo", sostiene Duñabeitia.

Los rasgos de introversión o extraversión, así como las tendencias creativas o analíticas de cada persona, determinan qué tipo de actividades resultan verdaderamente reparadoras. "Las personas con rasgos de introversión pueden descansar al disminuir la estimulación social, realizando actividades como leer o pasear solos", explica.

Extrovertidos necesitan interacción social

En cambio, las personas extrovertidas descansan charlando o jugando en grupo, ya que la dopamina social eleva su umbral de fatiga. El experto advierte que los errores comunes durante las vacaciones están relacionados con una visión equivocada del descanso.

Llenar la agenda con actividades, responder correos "por si acaso" o alterar completamente los horarios de sueño son prácticas que mantienen al cerebro en un estado de alerta. Estas acciones impiden una verdadera desconexión porque "mantienen activos circuitos cerebrales a los que precisamente queremos dar descanso".

La tecnología interfiere con el descanso

Uno de los elementos que más interfiere con el descanso mental es el uso constante de dispositivos tecnológicos. Las pantallas prolongan la excitación cortical, retrasan la producción de melatonina y nos mantienen en modo de vigilancia permanente.

Una desintoxicación o desconexión digital de 24 o 48 horas reduce las interrupciones atencionales y mejora el sueño. "No se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla adecuadamente y controlar los momentos: bloques acotados de uso, notificaciones silenciadas y móvil fuera del dormitorio", agrega.

Cada persona necesita actividades diferentes

Duñabeitia enfatiza que la clave está en identificar qué tipo de actividades permiten a cada individuo salir del modo automático y reconectar con su bienestar. Una persona más activa puede descansar mejor haciendo senderismo suave o nadando.

Mientras que otra que prefiera la calma puede encontrar la recuperación mental a través de ejercicios como colorear mandalas, armar rompecabezas o escuchar música instrumental. El experto detalla que descansar bien tiene efectos visibles tanto en el corto como en el largo plazo.

Beneficios inmediatos y a largo plazo

A nivel inmediato, se manifiesta en un mejor humor, mayor claridad cognitiva, capacidad de concentración y flujo creativo. A largo plazo, contribuye a una mayor productividad sostenible, previene el desgaste profesional y disminuye el riesgo de trastornos como la depresión o el deterioro cognitivo.

Así, asegura que un cerebro que descansa bien es un cerebro que se protege, que aprende mejor y que toma decisiones con mayor lucidez. Incluso para quienes no cuentan con muchos días o recursos para vacacionar, el profesor propone estrategias simples que pueden marcar la diferencia.

Estrategias para quienes no pueden vacacionar

"Basta con definir bloques diarios de noventa minutos sin pantallas ni metas concretas, ya que una ventana temporal así ya puede revertir la fatiga atencional", añade. Duñabeitia también recomienda priorizar experiencias significativas en lugar de cumplir con listados de lugares por visitar.

Aconseja, si es posible, dejar un día sin plan establecido al final del viaje, "para que el cerebro integre las vivencias antes de la vuelta a la rutina".

(EUROPA PRESS) Nota: Este artículo ha sido editado con la ayuda de Inteligencia Artificial.

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